“Náufrago”
NAUFRAGO PEDRO GONZÁLEZ VILLARROEL
Creacions artísticas integradas
No podía ser cierto, fue lo que pensé al colgar el teléfono, aun con la comida en la boca, dándome por informado de que Carlos, mi Carlos ya no estaría más con nosotros, dando por terminada su vida por propia voluntad.
A mi oído llegó la voz telefónica de su hermana, una voz apagada por la desazón, por la amargura y la impotencia, una voz húmeda y hasta con cierta rabia, que fulminó mis pensamientos y ahogó mi garganta hasta tal punto que enmudecí.
Me subí al coche y arranqué camino a ninguna parte, empecé sin poder evitarlo, a recordar la primera vez que vi a Carlos, contábamos diez años cada uno, en aquel conservatorio, a la espera de ser llamados para demostrar nuestras, aun sin explotar, cualidades musicales. Su rostro y su sonrisa me ofrecían confianza y cierta tranquilidad. Enseguida se acercó a mí y comenzamos a conversar, descubrimos que los dos deseábamos estudiar el mismo instrumento y de repente me di cuenta de que estaba a gusto en aquel lugar, en el cual minutos antes, me resultaba frio, gris y me provocaba inquietud. Creo que gracias a haber conocido a Carlos, no me di a la fuga corriendo y sin duda mi vida habría sido totalmente distinta.
El primer día de curso nos topamos en la misma clase y de ahí en adelante nuestras vidas transitaron por una misma calle y nuestra amistad empezó a enraizar.
Yo admiraba a Carlos, en lo musical, por su talento y sus cualidades. Yo le preguntaba a menudo como conseguía todo lo que le sacaba a su instrumento, algo que lograba de una manera natural e involuntaria, lo cual se le hacía muy difícil explicarme.
Juntos pasamos la adolescencia, de él me asombraba su tranquilidad, su seguridad en lo que hacía y un pequeño punto de pasotismo ante las normas, que le iban forjando una coraza que le mantenía a salvo en las diversas situaciones que vivíamos, algo que igual el día de hoy le paso cuentas.
El teléfono no paraba de sonar, para querer darme la noticia y algunos con el pequeño morbo de la curiosidad, decidí silenciarlo y seguir conduciendo hacia algún lugar a donde no me dirigía, la carretera no era capaz de evadir mis pensamientos en los cuales la imagen de Carlos estaba clavada.
Carlos era lo que se podía decir, un tipo atractivo no solo por su físico, sino que tenía una personalidad propia, en sus gestos, en sus palabras, atraía a la gente, llamaba su atención, tanto a los profesores cuando estudiábamos, como a los compañeros, las chicas y a mí. Con él viví muchos momentos irrepetibles, descubrí nuevas experiencias, juntos empezamos a conocer la noche, las mujeres, nuestros viajes, nuestras borracheras, el mundo de la música nos unía y nuestra férrea amistad no nos separaba.
Cuando quise darme cuenta no tenía ni la más remota idea de donde me encontraba, paré el coche y antes de poder darme cuenta, note como mis ojos se inundaban y lloré, lloré como no había recordado haberlo hecho antes, sin poder remediarlo y envuelto en una sensación que no podía explicarme, en ese momento me di cuenta de que estaba siendo consciente de la realidad, de que nunca más podría estar con Calos, llamarlo, abrazarlo, irnos de copas. Recliné mi asiento y cerré los ojos. Seguía viendo a Carlos, cuando me tranquilicé, cogí el teléfono y vi que mi mujer me había llamado, llevaba apenas medio año casado felizmente, le dije que no se preocupara que estaba bien, que por la noche ya nos veríamos y que la quería.
Antes de conocer a Marta, mi mujer, salir con Carlos era algo frustrante, ya que él tenía más éxito que yo con la mujeres, a lo cual pronto me acostumbré, en los últimos años de la carrera yo tuve que centrarme y esforzarme mucho para poder acabar, en cambio Carlos le tiraba mas la fiesta y la noche… fue hasta entonces el momento donde igual nos distanciamos un poco más, debido a mi aislamiento en los estudios, Carlos fue sacando los cursos con algo de dificultad, como todos, pero su encanto le allanaba bastante el camino, su personalidad era como un péndulo que hipnotizaba a su convenir.
Ya algo más despejado de mi shock decidí pasarme por casa de Carlos y ver a su hermana y a su madre, su padre ya había fallecido hacia unos años, les tenía mucho aprecio y pienso que ellos a mi también ya que cuando Carlos decidió tomar su vida por un camino distinto por culpa principalmente de la droga, su familia sufrió tanto o más que él, yo les ayudé lo mas que pude. Sin más arranque el coche y me dirigí hacia allá, siendo consciente en que me había alejado bastante.
Acabada ya la carrera Carlos y yo seguíamos teniendo relación, pero siempre durante una vida los caminos se van separando, yo conocí a Marta y habitualmente quedábamos juntos, no sé si eso era motivo para que él se sintiese algo incomodo, al ver que mi relación con mi pareja, estaba tomando un carácter más formal y creando un proyecto de futuro, de ahí en adelante Carlos siguió más en solitario, quedándome yo un poco apartado, lo cual veía lógico. Su vida tomó un giro inesperado, sus amistades y los círculos donde se movía tenían algo turbio. Yo me preocupe e intentaba acercarme a él, pero Carlos estaba cambiado, me decía que no me preocupase que él estaba bien, que era feliz, que no hiciese el papel de padre protector.
A los pocos meses a mis oídos llegaban noticias de que su vida se había metido en el mundo de la droga, algo que ya podía suponer, me parecía increíble, con él yo me fumara mi primer porrillo, pero de ahí a lo que le estaba pasando.
Intentaba quedar y llamarlo más a menudo, en ocasiones ni me cogía o me dejaba enfriando un café en cualquier bar, no tenía trabajo, cuando él siempre estuvo bien valorado, tenía problemas de dinero, aunque nunca me lo dijese, ni me puso en el aprieto de pedírmelo. Comenzó a formar parte de una agrupación de fiestas y verbenas para poder sacar algo de dinero, la cual decía que no estaba tan mal, su vida se convirtió en un caos del cual hasta hoy no se dislumbraba el desenlace.
Hace ocho o nueve meses le entregué la invitación a mi boda, la cual muy educadamente rechazó, alegando compromisos con su trabajo, me dio muchísima lástima que no estuviese.
De repente me vi en el portal de la casa de Carlos, casi sin darme cuenta, respiré hondo y me dispuse a entrar, el panorama era desolador, la familia de Carlos parecían estatuas de caras pálidas y rostros sin vida, su hermana me vio y enseguida vino a abrazarme, ella lo había encontrado a la hora de comer tumbado en su cama, su cuerpo ya no estaba allí, pero su alma parecía inundar todo el lugar.
La hermana de Carlos me agarró la mano y me llevo camino a al lugar donde lo habían encontrado. Allí sobre su cama había un sobre en el que pude leer mi nombre escrito de la mano del propio Carlos, me sentía confuso, no podía creer que sus últimos pensamientos fueran hacia mi persona, su hermana me lo entregó llorando, y me dijo que había aparecido junto a él. Me quedé solo, me senté en la cama de Carlos y con más miedo que curiosidad lo abrí, en el ponía:
Espero que algún día me perdones por lo que he hecho y sobre todo por lo que te voy a decir, no quiero que sobre tu conciencia pese, desde siempre sentí hacia ti algo muy especial y hace algunos años me di cuenta que era amor, me enamore de ti sin darme cuenta, me aislé en mi mismo porque no era capaz de admitirlo y cogí refugio donde puede, de lo cual no estoy orgulloso.
La mala vida me destrozó el cuerpo, la soledad me destrozó el alma, fuiste lo más importante para mí y te deseo toda la felicidad del mundo. Tan solo te pido que en un hueco de tu corazón quede una parte viva de mí.
Te querrá siempre Carlos.